Las desoladas calles de Lima no son tan deshabitadas como las personas piensan. Escarbando entre la basura o durmiendo sobre el pavimento están los ya conocidos perros callejeros. Animales despojados de su hogar o nacidos en las aceras, destinos distintos unidos a un nuevo hogar de las calles y un fantasma del pasado llamado perrera.

Tener un perro es una responsabilidad. Si no van a cuidar perros mejor no los tengan. Porque algunos terminan abandonados en la calle. Este animal no tiene la culpa de nada. Comienza a vagar de un lado para el otro, buscando alimento y protección, convirtiéndose en un perro vago más. Así las personas contribuyen a que gran cantidad de ellos estén vagando. Entonces, la culpa recae sobre todos.